5 de junio de 2014

Y la venda se cayó

Todo empezó de casualidad cuando vi un vídeo de un monólogo sobre violencia machista. Lo que en él se decía te hace pensar, y mucho. De repente te das cuenta de que tu vida queda dirigida, en un sentido u otro, desde el mismo momento en el que naces, dependiendo de tu sexo.

Te das cuenta de que ciertas cosas que veías normales, porque llevas viviéndolas desde pequeña, quizá no son tan normales. Quizá no es normal que tengamos que cambiarnos de acera cuando vemos que en la nuestra hay un grupo de hombres que seguramente nos dirán algo que nos haga sentir incómodas; o quizá no es normal que por hacer con nuestro cuerpo lo que queramos nos llamen putas; o quizá tampoco es normal que en una entrevista de trabajo nos pregunten si pensamos ser madres.



Entonces llegas a la conclusión de que no. NO es normal. No merecemos eso y no tenemos por qué aceptarlo. Y en ese momento se cae la venda de tus ojos. Esa venda que, ese sistema perfectamente organizado llamado patriarcado, se ha encargado de ir tejiendo a lo largo de tu vida, porque le interesa que tú y el mundo entero vea todas esas cosas como normales.

Y ese sistema tiene varios niveles. Formas de opresión como las mencionadas anteriormente son sólo una parte de esa escala de niveles, en cuyo último escalón se encuentra el ASESINATO. Porque, no, no es normal tampoco que cada año cientos de mujeres sean asesinadas por sus parejas o exparejas.

Pero la venda ya se ha caído (¡Gracias Pamela!) y entonces algo llamado feminismo empieza a cobrar cada vez más protagonismo en tu vida. Porque, ya se sabe, “una vez que lo ves, ya no puedes dejar de verlo”.  Y es un aprendizaje continuo, diario. Cada vez eres consciente de más y más cosas, a la vez que te vas dando cuenta de lo bien montado que está el sistema, pues en nuestro día a día constantemente estamos recibiendo mensajes cuyo único objetivo es perpetuarlo. En la televisión, en los periódicos, en las paradas de autobuses; en el trabajo, en la universidad, en las escuelas… Hasta en el propio lenguaje. Hay machismo en las mujeres y en los hombres, en las personas jóvenes y en las ancianas, en las ricas y en las pobres, en las de izquierdas y en las de derechas...

También te das cuenta del odio que le tienen muchos a todo lo que huela a feminismo. Y ello no refleja otra cosa más que el miedo a perder sus privilegios.

Pero ya son muchas vendas las que se han caído. Muchas (y muchos) a quienes el feminismo nos ha cambiado para siempre.


“El feminismo es una forma de vivir individualmente y de luchar colectivamente”. Simone de Beauvoir. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario